Y el adjetivo ganador es…

minoritario

Príncipe Piotr Alexéievich Kropotkin

Nació en diciembre de 1842 y murió el mes de febrero de 1921. De origen aristócrata, fue un geógrafo y pensador político ruso considerado com el principal teórico del movimiento anarquista. Estudió en San Petersburgo y después de integrarse en el Cuerpo de Pajes de la Corte Imperial en 1857, sirvió al ejército ruso entre 1862-67. Durante este período dirigió dos expediciones sucesivas a Siberia y a la Manchuria, que le proporcionaron conocimientos geográficos de gran valor. Al mismo tiempo conoció las pésimas condiciones de vida en que vivían aquellas poblaciones, lo que hizo despertar en el un sentido de justicia social que fue madurando posteriormente hasta convertirse en la semilla de su teoría anarcocomunista. Al volver a Rusia entra en contacto con teóricos socialistas y se pone en contacto con organizaciones también socialistas y más adelante con la AIT de Bakunin.

Tras la muerte de Bakunin en 1877 pasó a ser el principal referente anarquista. Reconocía la revolución como inevitable pero no participó en barricadas como sí hacía Bakunin. Planteaba una rebelión más consciente que las planteadas por el autor de la obra Dios y el Estado, para conseguir crear un govierno revolucionario que avanzara hacia la igualdad social. Antes había sido arrestado por difundir el pensamiento anarquista por Rusia como miembro del círculo anarquista Tchaikovski. Escapó de la prisión dos años después y se unió a la Federación del Jura donde entró en contacto con otros anarquistas de renombre como Guillaume, Cafiero o Malatesta dedicándose a la propaganda del movimiento.

En 1883 es acusado de participar en un atentado en Francia y condenado a cinco años de cárcel, de los cuales cumplió solo tres gracias a una fuerte campaña de apoyo de la intelectualidad europea. Al salir de la cárcel se trasladó a casa del geógrafo anarquista E. Reclús en París y de allí pasó a Inglaterra, donde residió y trabajó durante 30 años y tuvo a su única hija. Fue cuando escribió sus obras principales Ayuda Mutua, El Estado y La Conquista del Pan. Durante la I Guerra Mundial dio su apoyo a los aliados en un manifiesto que publicó junto con otros anarquista como Malato o Grave, hecho que provocó el rechazo de la mayoría de anarquistas que se mantuvieron distantes a toda lucha entre estados.

Tras la Revolución bolchevique de 1917, retornó a su país sin desarrollar ningún cargo ofical, aunque sí que mantuvo una correspondencia con Lenín, donde le criticaba que la dictadura de un partido era nociva para la creación de un orden socialista. Murió en Dimitrov, una población cerca de Moscow durante el invierno de 1921.

Entrevista a Kropotkin

-Buenos días compañero Kropotkin. ¿Qué te parece mi blog?

Para la causa anarquista es inútil, sin duda, pero alguna cosa se puede leer.

-¿Qué opinas de internet como herramienta para la revolución social y poner fin al sistema capitalista?

Internet es una tecnología creada por la clase capitalista y por tanto es una herramienta de esa clase cuyo funcionamiento no es tan libre como algunos desearían. No puedes colgar según que informaciones, preparar según que actividades ilegales esperando que sólo se entere quien tu deseas, los malos también acaban enterándose.

-Los malos son…

Los malos son los cuerpos represivos. Por cierto cada vez hay más en vuestra sociedad: policías locales, autonómicas, guardias civiles, vigilantes privados, de seguridad…

-¿Cómo era la policía de tu época?

La función era la misma, reprimir en defensa de un orden social injusto, en eso poco ha cambiado. En lo que sí ha cambiado es que antes la policía tenía nombres y apellidos. Todos conocíamos quién había torturado, matado, golpeado, robado a un compañero o compañera y, siempre que podíamos esos actos no quedaban sin respuesta. Ahora la policía es anónima, antes el gobernador civil y el jefe de la policía iban al frente montados a caballo siendo los primeros en reprimir una manifestación. Ahora van tapados de pies a cabeza, no sabes a quién te enfrentas.

-Sabes bien que esa forma de pensar es minoritaria, que vuestro movimiento es minoritario y socialmente etiquetado como algo por lo menos malo, violento y utópico. ¿Qué podrías decir al respecto?

Poco más bien que no se haya dicho ya. Yo me convertí en anarquista y fui juzgado no por lo que hacía o dejaba de hacer sino por el hecho de ser anarquista, por todo lo que representa de libertad individual y de condena y rechazo a todo tipo de autoridad, desde la de la familia directa, hasta la del sistema educativo, filosófico y moral dominante y por supuesto del Estado en todas las formas en las que este se manifieste. Este rechazo a la autoridad, pilar básico de la organización de todas las sociedades, puede enfrentarse de muchas formas, no únicamente a través de la violencia. Muchas acciones violentas fueron cometidas por agitadores políticos que no eran realmente anarquistas y…

–¿Qué es entonces la propaganda por el hecho?

Mucho se ha dicho de la propaganda por el hecho. Eran acciones, la mayoría de ellas no violentas, mediante las cuales golpeábamos a las clases capitalistas a la vez que hacíamos propaganda de nuestro movimiento, mostrando a los demás que podía lucharse contra el sistema.

-La violencia era una de las formas.

Sí, pero como herramienta para la lucha social era ilógica y absurda, lo único que generaba era más y más represión y rechazo de la sociedad a quienes cometían aquellas acciones por muy justas que pudieran ser las motivaciones de hacerlo. Yo no hablo de inocentes y no inocentes, simplemente digo que como estrategia de lucha, la violencia no es eficaz.

-¿Si lo fuera o llegara el momento que lo fuera, la usarías?

Imagino que sí.

-Ya para terminar, ¿cómo es que has permitido que un hijo del capitalismo postmoderno como yo te entreviste?

¡Porque llevo casi 90 años muerto capullo!

Si deseas saber más de Kropotkin piérdete la wikipedia, pero no te pierdas:

Cappelletti, J.A: La ideología anrquista, Ed. Laia, Barcelona 1985.

Cappelletti,A.J : El pensamiento de Kropotkin. Ciencia, ética y anarquia, Ed zero, Madrid 1978.

wellerismo

«Donde las dan las toman», dijo el pastillero de la discoteca a su amigo.

El Heroe

Todos hemos querido tener los superpoderes de los heroes, pero sus responsabilidades sociales y su soledad eso ya es algo que viene en el pack y que no nos gusta tanto. A mi al menos no me gusta tanto. Siempre he querido tener la capacidad de ir a un sitio a otro saltando y volando-levitando por el aire. Pero que no me pidan nada, que no se me exija nada a cambio. Los heroes hollywoodienses están cargados de responsabilidades y el poseer esos poderes los obliga a ser esclavos de ellos.

Se puede decir que sus poderes son su condena y si rizamos más el rizo de lo simbólico, sus poderes son las cadenas que les quitan el libre albedrío. Los heroes no tienen libertad, no pueden elegir que hacer, estan obligados a hacer el bien. En el momento que no lo hagan pasarán a ser temidos y repudiados por una sociedad que antes los ha aclamado como… heroes.

Su tarea no tiene fin, porque siempre tienen a alguien que salvar, a alguien que ayudar, a alguien que curar. Si llevaran matrícula en la parte de atrás aparecerían las siglas de SP como los taxis. Incluso una sociedad que los controlase y dominase tendría su séquito de héroes a los que poder llamar en cualquier momento para hacer cualquier cosa que nosotros, los pobres mortales que no podemos volar sino es en avión o con la imaginación, no pudiésemos hacer.

Además los héroes suelen acabar bastante mal, sobre todo en los cómics, en la gran pantalla no tanto porque prima el happy end americano (que algunos repudian otros lo defienden), sino pensar en el pobre Prometeo que hasta que no lo liberaron estuvo dando hígado a las aguilas bastante tiempo. Así que mejor ser mortal o parecerlo para que luego no te vengan pidiendo nada.

Las Velas

¿Buscar un símbolo cultural?

Las velas me parecen la mejor opción. Y me refiero a las velas por partida doble.

Por un lado los barcos europeos, las grandes carabelas como las que utilizo Colón para llegar a Amèrica, eran grandes veleros europeos mediante los cuales Europa llegó a todos los rincones del mundo. Esos gigantescos barcos eran símbolo del poder de Europa, de la cultura europea y de su ambición por conocerlo y dominarlo todo.

Muchos relatos de poblaciones autóctonas ya extinguidas (por los europeos) relatan la llegada de estos grandes barcos. Algunos nos temían, otros nos veneraban como enviados de dioses o como dioses mismos (cuando nos conocieron se dieron cuenta de que o bien los dioses eramos muy cabrones o que no eramos dioses sino esquilmadores simplemente), otros creían que éramos fantasmas, etc. En toda esa literatura de colonialización y fascinación  la inquietud y respeto que despertaban las grandes velas de las carabelas jugaron un importante papel. De hecho, aún hoy en día cuando vemos un velero sigue imponiéndonos mucho respeto y admiración.

Por otro lado me refiero también a las velas como fuente de luz. La imagen del escritor o intelectual escribiendo en su soledad a la luz de una vela gastándose es un símbolo que todos podemos visualizar en nuestra mente.

Los tonos de luz que produce la vela, el olor de la cera, el silencio que se genera cuando alguien la enciende… todo ello crea un ambiente casi mágico en el que todo lo que hacemos parece un poco sobrenatural y sobretodo mucho más espiritual que con la luz artificial de hoy en día.

Me sobra tiempo libre

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La verdad es que de todo lo dicho en clase hay una cosa que encuentro muy interesante y en la que nunca había caído: la izquierda obrera no se preocupó del ocio de los obreros.

Para mí los obreros prefirieron el ocio que les ofrecía la burguesía, un ocio que participaba en su alienación: alcohol y más tarde deporte como espectáculo. Y así sigue hasta hoy. Pero sí que existían, al menos en algunos países como Francia, una fuerte tradición de sindicatos que intentaban ofrecer a los obreros el mayor número de alternativas posibles y que no tuvieran que recurrir a las que le ofrecía la burguesía, ocio incluido. Esas propuestas se extinguieron un poquito antes del inicio de la I Guerra Mundial, cuando en toda Europa se constató que el elemento nacional pesaba más que la pertenencia a una clase social.

Otra de las frases con las que me quedé fue la izquierda lucha por la conquista del ocio como descanso no como diversión. Pues para muchas tendencias de izquierda daría que está frase está muy en lo cierto. Hay cierta aversión de ciertas tendencias muy a la izquierda de plantearse porqué debemos hacer tantas cosas en la vida y no disfrutar sin hacer nada o cosas menos productivas (que no den productos materiales externos a uno mismo). Tendencias como los hippies de los 60’s y 70’s, grupos anarquistas que desprecian la idea de que el tiempo es oro en el sentido de aprovechalo y consume o grupos herederos de los hippies como las comunidades rainbow

La verdad es que a la izquierda la palabra ocio ya le suena un poco mal, porqué está tan íntimamente ligada al negocio hoy en día, que los más prudentes sospechan de el y los más radicales se enfrentan a el. Pero son muchas horas de nuestras vidas que tenemos libertad para gestionarlas dentro del abanico de posibilidades a las que llegue nuestro bolsillo o que nos atrevamos a hacer.

¿Puede una sociedad funcionar sin o con muy pocas horas a dedicar a nuestro ocio? Yo creo que hoy en día tenemos un exceso de tiempo de ocio o está mal gestionado. El estado no se preocupa por como cubrirlo, nos da una televisión con miles de canales que ponen lo mismo, transforma más y más partes de la ciudad en centros comerciales con las mismas marcas de ropa, cede a las agencias de viaje nuestra gestión de las vacaciones y lo hacen también como un negocio pasando una semana en un hotel dando igual el lugar al que vayas porqué básicamente estás en el hotel, etc. Las drogas siguen siendo baratas y muy fáciles de conseguir y de muy variados tipos. La lista no tendría final sino le podemos preguntar al profesor Antonio Escohotado. El sexo también sigue estando ahí y es una forma muy barata y gratificante de ocio. Luego nos quedan los paseos en bicicleta, ir a pescar, leer, ir al cine o al teatro, escuchar música, aprender idiomas o tocar instrumentos, aprender a cocinar, jugar a la play station, comprar un perro y pasearlo o hacer figuritas de oro para volver a fundirlas como hacía el coronel de la familia Buendía en la novela de García Márquez.

Hay muchas cosas por hacer y aún así cuantas veces oímos la frase “es que me aburro”…

Haiku

El avión

rompe las nubes del cielo

mientras vuela

zeitgeist

Los que no estamos satisfechos con como se estan haciendo las cosas, como nos manipulan, como nos dicen que debemos pensar, pongo este vídeo documental de casi dos horas dividido en bloques temáticos. Si os cansáis de verlo entero podéis verlo a trozos. Merece la pena conocer otro punto de vista, al menos eso pienso yo.

El Camino de Santiago al revés

Aprovecho para colgar la versión que hice del Camino de Santiago en el blog que llevo con unos amigos de la universidad. El estilo es mucho más libre por llamarlo de algun modo y el narrador es el personaje El Tirado.

Historias de un tirado, el retorno

Pese a vuestras plegarias mi teclado vuelve a producir, de hecho nunca ha dejado de producir porque toda la mierda que hay entre las teclas me ha permitido plantar unas plantas de marihuana. Si pensáis que esta primera exageración ha sido mala esperaros.

Esto fue que un día el tirado decidió hacer un nuevo viaje, esta vez en bicicleta y sólo, junto a sus múltiples personalidades y sus amigos imaginarios. Cuando estaba ya decidido, algo vino a cambiar el rumbo de sus planes, se le añadió otro ser tan grotesco o más que él, conocido como el Tripi. Existen multiplicidad de posibilidades etimológicas relacionadas con este apodo, que cada cual elija la que más le guste. Una descripción breve del personaje: es un costra hippie. Normalmente los costras son punkys pero la evolución tiene estas cosas. Quizás está mal clasificado y de hecho es un punky con apariencia de hippie, quién sabe. Una vez prejuzgado y asignado a una tribu urbana podemos proseguir con la crónica. El tirado y el tripi (tt a partir de ahora, puede que no lo use nunca más pero me encantan las abreviaturas casi tanto como quedarme mirando el sol) emprendieron su viaje que tenía el punto de partida en una conocida tienda de deportes. Empezaron con buen pie, al tripi lo pillaron robando unos guantes que luego tuvo que comprar ante la amenaza de un juicio rápido, no está mal. Las bicis no iban bien, el tripi cambio la suya y el tirado pasó olímpicamente y se quedó con el hierro rodante que no cambiaba bien y pesaba más que el propio tirado. Todo esto supuso unos cuantos viajes a la susodicha tienda, alrededor de 5 y evidentemente no estaba cerca de casa. Les sirvió para calentar y para calentarse con los hijos de perkins de la tienda.

Emprendieron el viaje. Tripi llevaba una mochila de alrededor mil toneladas lo cual le permitió tener una excusa para combinar drogas legales e ilegales como calmantes. Tirado fue más listo, pero no mucho más, no llevaba alforjas pero sí dos mochilas agarradas a los lados de la bici. Las mochilas rozaban por todas partes y el ruido del roce era ideal para desquiciarte porque con cada pedalada podías pensar: que bien tengo que hacer más fuerza de la necesaria. ¿Porqué no compró dos alforjas que se adaptasen bien a la bicicleta? Respondiendo que el tirado es gilipollas acertaríamos, pero a su favor cabe decir que la mierda de tienda de deportes no tenía alforjas grandes sino dos maletines asquerosos del tamaño de los bolsillos de la ropa de un recién nacido. El tirado prefirió comprar dos mochilas de montañismo perfectas para hacer montañismo pero no para adaptar a una bici, lástima. Sin embargo como no le falta ingenio, con el paso de los días fue adaptando las mochilas a la bici, es decir fue recortando trozos de mochila y con los trozos se hizo una corbata que podrá regalar a su padre el año siguiente cuando sea el día del padre.

Las mochilas ya no sirven como mochilas y siguen rozando si vas en bici, pero ahora al menos tiene una corbata. Para poder mal acoplar las mochilas a la bici era necesario poner pulpos, no de los de agua que quizás habrían ido mejor de hecho. Primero se compró dos pulpos, insuficiente. Compró dos más, insuficiente, las mochilas mantenían el idilio con la rueda trasera. Por último ya tras 3 o 4 días de trayecto compró dos pulpos más y por fin, insuficiente, pero por fin llegó a la media docena. Se acabó dando cuenta que por muchos pulpos que pusiera las mochilas seguían empeñadas en rozarse con la rueda, ah el amor verdadero no hay pulpos que puedan frenarlo. Lo que sí se frenaba a cada pedalada era la velocidad del tirado gracias al amor entre dos mochilas y una rueda que unos pulpos no supieron evitar, la historia de siempre.

A lo largo del viaje tuvieron la oportunidad de conocer a gente muy interesante y sin pagar. Muchos de ellos eran simples alucinaciones pero para realidades alternativas las drogas. También conocieron gente desagradable, más allá de ellos mismos. Los llamados desagradables se despertaban a las cinco y media compartiendo su carga con el resto de personas que dormían en el mismo espacio. Los desagradables no acababan de entender que no todo el mundo se levanta a las cinco y media, y encendían luces, reían a a carcajadas y guardaban sus cosas como el primer día de vacaciones con mucha ilusión y mucho ruido haciendo saber a todo el mundo que se iban de vacaciones y eran muy felices. El tirado estuvo muy próximo del límite del brote sicótico sin retorno. Sin embargo se impuso a su instinto con lo que los desagradables se salvaron.

Otro apartado a destacar fue el de la higiene, en especial por su ausencia. A ninguno de los dos les pareció útil llevar un champú o un gel, cabe decir que el tripi llevaba un minifrasco de champú que como no podía ser de otro modo se lo olvidó a los pocos días del viaje en uno de los albergues. Tras lavarse unos días con jabón para manos o con el que rapiñaban, optaron por comprar uno. A que no sabéis quién se olvidó el champú el primer día. Visto que la higiene seguía una trayectoria distinta a la suya optaron por dejar de perseguirla y seguir su propio camino, el de la roña. Por suerte es verano y todo el mundo apesta, más aún si haces deporte, con lo cual pasaban más desapercibidos entre la pestilencia general. Contra todo pronóstico sí que comieron bien o bastante bien, aunque siempre hay un pero. El pero era el estómago del tripi. Las primeras etapas fueron la vuelta a España por etapas, donde cada 3 segundos tenía que parar para intentar, pocas veces con éxito, cagar. El papel de water fue el gran aliado del muchacho los primeros días, los bosques temblaban a su paso.

Habría más cosas que contar y sobretodo cosas más interesantes que no tendrían nada que ver con esto. Pero no iba a despedirme sin añadir una advertencia en base a una vivencia del tirado. Todos aquellos que seáis un poco despistados no debéis llevar objetos menos pequeños que una televisión de 80 pulgadas porqué correréis el riesgo de perderla o dejarla. Balance del tirado: una toalla, que no es precisamente pequeña, unos pantalones que tampoco serían pequeños, el champú y una tarjeta de crédito que sí es más pequeña que una toalla y que unos pantalones excepto los de pin y pon. Perder una tarjeta de crédito no es una catástrofe a no ser que sea la única forma que tienes de conseguir dinero en un pueblo perdido en la nada. Por suerte siempre tienes otra con la que puedes contar, para hacerte clenchas sí deseas acabar con una necrosis del tabique, porque no te servirá para sacar dinero ya que o bien no hay dinero dentro o bien no funciona porque tiene más de 20 años y la banda magnética se extinguió aquel día que la estuviste rallando al confundirla con un cupón de rasca y gana. Sin dinero y perdido en la nada, estas preparado para ingresar en el club de la anemia.

Después de esta maravillosa instrucción me despido hasta que las teclas y las compañías de pago vuelvan a unirnos.

El camino de Santiago (al revés)

El año 2007 me fui a estudiar a Santiago de Compostela. Cuando llegó el momento de volver me vino a la cabeza hacerlo con la bicicleta que había comprado para moverme por allí (sino era muy caro traerla en avión).

En principio era un viaje que debía hacer yo solo y que no tenía más aliciente que saber en cuanto tiempo sería capaz de cruzar España de punta a punta. Les comenté la idea a algunos de mis amigos y la mayoría me dijeron «que guapo tío, yo también quiero hacer algo así pero…» Sin embargo, a uno de mis amigos no solo le gustó mi idea sino que se apuntó. Cuando me lo dijo tampoco me entusiasmó, yo ya me había hecho a la idea de hacer el viaje solo y en un plan deportivo. Pero el lado deportivo se esfumaba porque el estado de forma de mi amigo era lamentable. Fumaba, no solo tabaco, y la última vez que hizo deporte fue cuando Nurmi y Zapotek dominaban las largas distancias olímpicas.

Dicho y hecho, a los pocos días de acabar los exámenes, llegó mi colega. Tampoco tenía bici y fuimos a comprarla, lo cual resultó un pequeño viaje porque tuvimos que ir varias veces a la tienda. Tras el retraso logístico, un día de finales de junio que no recuerdo emprendimos el viaje con finales distintos. El mío no muy claro, no sabía hasta donde llegaría y el suyo clarísimo, Pamplona para pasar unos días de San Fermín.

El viaje juntos duró unos 10 días, le hice ir todo lo rápido que podía y cumplió muy bien para el poco ejercicio que hacía. Toda la gente con la que nos cruzabamos, los peregrinos, nos hacían la broma de que íbamos al revés. Puedes pensar que te cansarías de que nos la hicieran pero no nos cansamos. Cada vez era distinta, la hacía una cara distinta y en muchas ocasiones en un idioma distinto. El hecho de hacerlo al revés nos impidió juntarnos con más gente por el camino, pues es muy común que se organicen grupos de personas. Aún así, recuerdo casi todas las conversaciones de más de 10 segundos que tuve, aprovechando esos instantes en los que alguien tiene ganas de contarte algo íntimo de si mismo. La mayoría de veces era la razón que les había empujado a hacer el Camino de Santiago. Te hacían sentir en deuda de contarles algo íntimo de ti, pero rara vez lo hacía.

La mayor parte del tiempo la pasamos pedaleando y la frase que más le dije fue «com vas? vols parar un rato?» Íbamos vestidos de ciclistas y pasábamos unas 8 horas al día pedaleando a pleno sol, que nos quemó pese a la crema protectora. El mediodía era un momento bastante duro, mucho calor, el estómago lleno y muchas horas ya pedaleando, con lo que aprovechabamos para dormir y hacer el registro gráfico del viaje. Solo yo llevaba cámara y tenía la peculiaridad de ir bastante mal. Pese a ello pudimos hacer algunas fotos, menos de las que quisiéramos pero que ahí quedan para recordar el viaje. En esos dias días que duró, tuvimos tiempo de reírnos, hablar, discutir y hasta cabrearnos casi un día entero por una refriega de motivos económicos. Todo quedó en nada cuando nos despedimos en Pamplona. Le reconocí el mérito de haber sido capaz de hacer casi 900 km en 10 días pese a no tener a penas preparación.

Mi viaje, ahora ya en solitario, seguía adelante. Durante unos instantes me sentí solo y me dió un poco de miedo hacerlo. Mi siguiente parada era Roncesvalles. Tras 10 días de dormir en albergues me apetecía pillar una buena cama y no despertarme a las 5 de la mañana, así que busqué por el pueblo y encontré una pareja que alquilaba habitaciones por 25 euros. Dos viajeros y un repartidor de paquetes a domicilio eran mis compañeros de estancia. Les dije que tenía ganas de recorrer el pirineo navarro y aragonés y me propusieron un itinerario que resultó muy duro pero a la vez muy bonito.

No recuerdo haber dormido nunca en una cama tan cómoda. Me levanté a las 8.30, muy tarde comparado con los días siguientes. El resto de inquilinos habían marchado mucho antes. El día que más tarde me desperté fue el día que más quilómetros hice. Atravesé el pirineo navarro y aragonés y llegué hasta Francia. Mis padres me llamaron y querían venirme a buscar. Yo no tenía ningunas ganas de poner fin a mi viaje, pero accedí a que me pasaran a buscar cerca del Tourmalet. Iba a ser mi despedida final, subir el puerto del Tourmalet, habiendo superado ya antes las cimas del Cebreiro, la Cruz de Hierro y 6 ó 7 puertecillos navarros.

Hacer el Camino de Santiago, al revés, no me cambió la vida ni mucho menos, pero me hizo sentir muy libre y disfruté con cada pedalada del camino pues no sabía qué paisaje se escondía detrás de cada curva ni dónde iba a dormir por la noche. Ser capaz de improvisar y adaptarte a cualquier situación es una de las peculiaridades más características del ser humano como apuntaba muy acertadamente Dostoievski en su obra La Casa de los Muertos.